domingo, 17 de febrero de 2013

Te fallan una vez, y otra, y otra y otra. Pero luego tú siempre estás ahí, pringando pero aguantando. ¿Por qué luego nunca lo hacen por ti? Qué menos que un qué tal, qué menos.  Pero al menos eso nunca me ha importado, aunque ahora no me importa nada.
Te demuestra más quien poco te conoce y te seca las lágrimas con la mano que quien sí te conoce y no se molesta ni en preguntar. Y luego tú ves eso, y claro, ¿por qué tienes que ser buena con ellos?
Y otra vez más, está visto y comprobado que, en las buenas todos muy amigos, pero en las malas con los dedos de una mano -literalmente-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario